Cómo ser mujer millennial y no morir en el intento. Desde aquí, dónde todo se ve tan lejos.

Las matemáticas de la soltería

Desde que me divorcié, pregunto mucho sobre cómo los demás solteros han decidido vivir el amor y cada vez, me encuentró preguntándole a más personas. No por que mi circulo de amigos crezca exponencialmente, pero porque más gente a mi alrededor esta terminando sus relaciones. Entre esto y la inercia de la obligada pregunta que la gente se siente comprometida a hacerle a los solteros: “¿Y ya estás saliendo con alguien?”, fue que le empecé a dar vueltas al asunto. Esa pregunta que eventualmente lleva a una terrible fiesta de lástima, pláticas motivacionales de lo mucho que vales la pena, fotos en Facebook de gente divina a la que te quieren presentar. Todo esto, desencadenó que me comenzará a preguntar: ¿Habrá algún factor específico, un glitch en la matrix, un sobrante en la fórmula, un error en la ecuación, que nos esta aventando a todos de regreso a la soltería? 

La razón de porqué las personas nos preguntan si ya estamos con alguien, con un deliberado sentimiento de responsabilidad civil, es sencilla: los solteros incomodámos a la gente. Primero porque genuinamente piensan que sí estamos solos, estamos en suicide watch. Que en cualquier momento nos vamos a morder las venas en una tina llena de agua caliente y nuestra infinita tristeza. Y segundo, porque nos convertimos en una especie de medidor para comparar sus propias vidas, y eso altera el status quo personal.

Operan bajo el siguiente sistema de correlación:

-Si una mujer guapa + esta soltera = el mercado emocional está complicado, mejor me quedo dónde estoy.

-Si una mujer no tan agraciada + tiene pareja = puedo comenzar a considerar cortar con cabeza de nabo, porque ¡yo también podría conseguirme a alguien más!

A mi manera de ver las cosas, esto empieza a pedir matemáticas más exactas. Los exámenes deberían de actualizarse y enseñarle a las futuras generaciones a resolver problemas de éste tipo:

Pedro le manda a María 197 mensajes, le habla por teléfono 30 horas, le da 5 likes en Instagram y comenta en 2 de sus fotos de Facebook durante una semana. Usando los datos proporcionados:

1) Calcula la intensidad de Pedro en voltaje.

2) Después,

a) despeja el tiempo en el que le va a confesar a María sus intenciones,

b) la fuerza con la que la va a querer, y

c) la resistencia de la relación.

Regresando a mi busqueda de un factor contundente que pudiera explicar el exceso de solteros. He leído infinidad de artículos sobre el tema, hablado con psicólogos, terapeutas, hasta que finalmente tuve una plática reveladora. Hace poco, rebotando con una amiga durante un vuelo, las razones de por qué nos metemos el pie una y otra vez alrededor de las relaciones, de por qué tanto brote de sinpareja, tuvimos nuestro momento ¡Eureka! y llegamos a una conclusión muy básica. La cual, en calidad de epifanía, nos iluminó las caras y el ego en John Nash. 

A nuestro criterio, el error ésta en la fórmula, en el valor que le estamos asignando al factor tiempo. Tenemos el mal hábito de que en nuestras relaciones amorosas (y esto va especialmente para las mujeres), de cajón, el tiempo es igual a para siempre. Lo hacemos cuando futureamos, cuando nos comprometemos, cuando nos casamos y con ello dejamos caer el terrible peso del concepto de eternidad sobre nosotros en calidad de maldición gitanaCómo en las matemáticas de la escuela, nada más entraba el valor infinito en un problema y yo me quería disparar el pie. En otras palabras, en nuestra estúpida búsqueda del para siempre, de durar años y años con alguien, sólo nos sometemos a una inaguantable presión y complicamos las cosas.

Buscamos hacer carrera en nuestras relaciones, cuando en realidad, deberíamos de estar freelanceando en el amor. 

Dejemos de pensar que una relación nos conviene por las posibilidades de avanzar en jerarquía y estatus. De empezar de abajo y demostrar merecer, con nuestro desempeño, promociones, prestaciones y eventualmente la oficina deseada. Cambiemos el acercamiento y abordemos las relaciones como quien acepta un proyecto con fecha de caducidad. Saquemos lo mejor de una relación que va a durar lo que solicite, reconociendo que la gran ventaja ésta en el límite de la temporalidad. Así, cuando termine, se convertirá en un ciclo de experiencia, de entrenamiento para poder conseguir algo mejor, y no en un fracaso.

Yo he hecho freelancing durante años y genuinamente una de las grandes satisfacciones que me ofrece éste estilo de trabajo, es saber que por muy bueno o malo que sea el proyecto, terminará y eventualmente algo nuevo vendrá. Quizá estaré desempleada, pero en ese tiempo puedo viajar, estudiar, intentar cosas nuevas o simplemente ver series en mi cama hasta que me salgan llagas en el cuerpo. ¿Ven las similitudes? ¿Notan la libertad? ¿Se percatan de las valiosas ventajas? ¿Me dan un poco de razón? Gracias.

El desarrollo humano esta en su apogeo y la gente vive hasta tener 90. Antes, el casarse "hasta que la muerte te separe", no se refería a 70 años junto a alguien. Hoy por hoy, la eternidad no representa seguridad, representa una maldita condena. ¿Entonces, cual es la necedad de aspirar al para siempre?

Propongo que hagamos este experimento emocional, ya por el simple hecho de intentar una alternativa. De salirse tantito de un esquema que, por lo menos a mi parecer, continúa siendo insuficiente y dejándonos muy mal parados. Probemos nuevos sistemas de felicidad, bajo conceptos que se adecuan a nuestros estilos de vida, usos y costumbres, ¡vaya hasta necesidades! No hablo de cambiar nuestra personalidad, nuestra entrega, nuestros sentimientos; simplemente dejemos de aspirar a ese por los siglos de los siglos amén, y mejor vayamos tanteado el tiempo que nos va pidiendo la situación. Seamos menos soñadores y tantito más empíricos. 

El fin del matrimonio

¿Qué he hecho yo para merecer esto?