Cómo ser mujer millennial y no morir en el intento. Desde aquí, dónde todo se ve tan lejos.

31 y contando.

Hoy cumplo 31.

El año en el que los treintas se deben asentar en tu cuerpo, #owning que ya llevas un año siendo miembro de este club. Ahora, ya te conoce el portero de la entrada y te saluda de nombre. Es cuando te das cuenta la cantidad de dinero que inviertes (“inviertes” en lugar de “gastas”, me digo a mi misma para asimilarlo mejor) en tu vida artificial (vitaminas, minerales, suplementos y cosas que debes tomar para alivianar tu ahora complicada existencia en este planeta). El año en el que te das cuenta de qué aunque los 30s son los nuevos 20s, (y esas cosas que nos dicen para mitigar la ansiedad) ante los ojos del mundo ya. eres. un. adulto. Tienes 30 + impuestos.

Me dijeron que cuando cumpliera 30 me iba a pegar y yo no lo creí. Les decía que eso era de viejas locas que se empezaron a quitar años a los veintitrés y se ponían botox como si fuera Vitacilina (¡Ah! ¡Qué buena medicina!). Dos días después de mi cumpleaños, lavándome las manos en un baño destartalado en Vietnam, una pizpireta voz en mi cabeza me susurró “Uyyy, ya 30. Zas. Se te fueron los 20s mana, ¿y qué tienes en la mochila para validarlos? ¿Un divorcio? ¿Tu chamba? Ay paaarfaaavaar, juraste que tienes tus cajones bien arreglados, pero mira, como mago, tú nada por aquí, nada por allá.” Me vi en el espejo e identifiqué a mi viejo amigo, el ataque de ansiedad, compañero desde el kínder, con quien he compartido tanto, colándose en mi mirada. De pronto y sin llamarla, salió una segunda voz, de quiensabe donde, a contrarrestar el primer discurso. Su respuesta me sigue pareciendo fantástica: “No. Te lo prohíbo. Te prohíbo que te de una crisis de edad en este baño de quinta. Aquí no mamita. Este drama me lo guardas para otro lugar más digno, no aquí donde no han pasado un trapo desde la guerra y huele a sanirent del Corona Capital.”

Afortunadamente nunca encontramos el lugar adecuado que pasara los estándares de calidad, porque nunca me volvió a dar.

Los 31 llegaron con otro discurso. Uno más amigable, como un masaje en los hombros después de un largo día. Llegaron no para hacerme sentir vieja, pero si más entera, más armada, más reafirmada, más cómoda. Va a sonar a libro de auto ayuda para solterona deprimida con siete gatos y calzones de abuelita, pero mis 31 me dieron un grato sentimiento de validez. Todo el día anduve en mood Michael Phelps 2016.

I felt like THE SHIT. Bendito sentimiento para continuar envejeciendo.

Hoy cumplo 31 y me gusta.

Hace poco alguien preguntó qué si regresaría a tener 20 y volver a vivir esa década de fiesta desenfrenada. Ni muerta. Por mucho amor que le tengo a mis 20s, porque vaya que les saqué jugo, no regresaría a vivirlos. Los quiero dejar intocables en mi disco duro, como anécdotas de fogata, darle gracias a la vida que no existían tantas redes sociales y felicitar al universo por su admirable éxito en mantenerme en una pieza.

Lo verdaderamente espectacular de los treintas es el profundo entendimiento de quién eres y el poder detrás de desenvolverte día a día con ese conocimiento. Está en la inteligencia emocional atada a las decisiones que tomas. En la selección precisa de tus afectos y gustos.  En la energía invertida en procurar lo que amas y admiras. En las razones detrás de ese amor y admiración.

Hoy cumplo 31 y enfrento lo que me brinca.

Dada la fecha de mi cumpleaños, toda mi vida desperté el día de mi cumpleaños acompañada. Ya sea por estar en casa de mis papás, con mis hermanos después de las fiestas. O luego, ya casada, acompañada por mi ex y mi hija, y el año pasado, después de mi separación, viajando con amigas. Esta vez, mi hija se fue las vacaciones fuera con su papá y fue la primera vez que amanecí en mi departamento, acompañada únicamente por mis perras (mis mascotas, not my bitches). Fue mi propósito final del 2016: no huir en mi cumpleaños y enfrentar el amanecer sola en la fecha. La situación, en general, me tenía bastante inquieta, lo confieso. Pero si estaba generando tanto ruido, merecía entrarle de lleno.

No invite a nadie a dormir, no me fui a ningún lugar a pasar la noche. Decidí que me tocaba hacer las pases entre la fecha y mi estado actual. Llegue temprano a mi casa, limpie, le puse comida a las perras, me puse la pijama y para las 7:20, ya estaba en la cama.  Me sentí ansiosa, pero yo sola me repetía lo que me digo cuando me empieza a dar el trémens: “tranquila, esto tú lo decidiste”.

Cómo cualquier gran satisfacción detrás de vencer un tema, me desperté y entré en éxtasis. Me fui a caminar y me sentí como en escena de ensamble de musical, bailando hasta con el barrendero y los homeless de las bancas, cantando al unísono “What a feeling!” de Irene Cara en Flashdance.

Hoy cumplo 31 y tengo esperanza.  

Después del glorioso beso de Judas que me plantó el 2016, hice mucha chamba interna y me cayeron muchos veintes. Hoy, decido tener esperanza, especialmente por la entereza que otorgan las lecciones bien aprendidas. Me llegan dos años nuevos pegaditos y decido tomarlos como dos invitaciones para ajustar las velas.

Quiero un año distinto en tantos sentidos. Tengo la claridad para saber que soy yo y sólo yo la que puede escribir la historia que quiero contar.

La noche de Año Nuevo, se me acercó una amiga con esa cara que amo tanto cuando se la veo reflejada a la gente. Ese gesto de epifanía, de cuando se te voltea el cerebro, de un glorioso descubrimiento, a true mindfuck. Cómo después de ver Inception por primera vez, que te quieres ir a inscribir a la carrera de Filosofía y Letras en la UNAM. Así. Alguien le dijo una frase que le movió todo su sistema nervioso. Cuando me la compartió, honestamente me pareció muy básica para la revelación que prometía ser, pero genuinamente hay mucha verdad detrás de lo que sostiene. Make it happen.

Y sí, eso es lo que quiero para el 2017, quiero que suceda lo que yo quiero que suceda. Punto. Ya se que suena a New Age by Fisher Price, pero sí creo que es un comienzo muy válido. Yo sé que del dicho al hecho al muy trecho, pero se empieza por identificar lo que quieres y después al asignarle el trabajo correspondiente.

Hoy cumplo 31 y tengo paz.

No tengo deudas emocionales. No tengo cabos sueltos. No tengo secretos macabros. No tengo pendientes con el buró de crédito. No tengo temas inconclusos con ex parejas. No tengo razones para no dormir. No tengo multas vencidas en la biblioteca. No tengo cosas caducadas en el refri. No tengo conversaciones a medias. No tengo ropa en la tintorería. No tengo casos abiertos en la PROFECO. No tengo cochinadas acumuladas en el clóset.

Hoy cumplo 31 y tengo paz.

¿Por qué nos estamos bajando del barco?

Salud 2016, te puedes ir en paz, nuestra fiesta ha terminado.